La fuente donde encontré esto exactamente es esta.
Antes de comenzar, quiero destacar que la siguiente historia es una opinión personal y, por lo tanto, subjetiva. No soy usuario de Linux, y escribo esta crónica desde el punto de vista del alguien con conocimientos informáticos de nivel medio que sigue con cierto interés la evolución de este sistema operativo, pero no termina de atreverse a dar el salto.
Tengo dos amigos que utilizan Linux como sistema operativo principal (y único). Concretamente, ambos utilizan una la misma distribución, Debian, ya que fue uno de ellos el que convenció al otro y lo introdujo en el mundillo.
El primero de ellos, Trazi, es lo que podría considerarse un usuario entusiasta, comprometido con la iniciativa del software libre. De hecho, su blog personal resulta, visto desde fuera, una colección de apuntes sobre Linux de lo más críptica para los no iniciados, ya que las soluciones aportadas siempre se explican mediante línea de comandos.
El otro, chucu, es un usuario normal, que dió el salto a Linux por una razón mucho más pragmática: poder seguir sacándole jugo a su viejo AMD Athlon a 1200Mhz durante un par de años.
El caso es que hace cosa de un par de meses, durante la Xuventude Galiza Net 2008, compartí mesa con ellos y estuve sentado entre ambos, por lo que pude notar las diferencias entre uno y otro respecto al modo en el que usaban el sistema operativo.
Trazi es uno de esos hardcore users que siente el uso de Linux como la pertenencia a una cierta élite. De hecho, ante la cada vez mayor popularización de Linux, afirma en tono de broma que “En Linux no necesitamos más gente”, ya que está cansado de operar como soporte técnico gratuito.
Es un usuario que disfruta y exprime a fondo la consola, y aunque reconoce las ventajas de la interfaces gráficas personalizables, la verdad es que en su caso restringe su uso a aquellas tareas que lo requieren de forma indispensable, como ver vídeos o fotografías. De hecho, más de una vez le he visto moviendo archivos o utilizando el IRC en modo consola, por puro gusto.
Es cierto que esta manera de actuar, por una parte, demuestra la potencia del sistema, pero también hace que parezca algo solo para iniciados. Y estoy seguro de que Trazi es consciente en parte de que provoca esa sensación. Domina un sistema complejo, mientras hace saltar ventanas con códigos irreconocibles por todas partes y utiliza la consola hasta para copiar un archivo de un directorio a otro (totalmente verídico).
No obstante, también debo aclarar que la predominancia de la consola tiene en su caso una justificación, ya que lleva muchos años utilizando este sistema operativo, desde la época en que las interfaces gráficas no eran lo que soy hoy en día, por lo que arrastra multitud de costumbres adquiridas.
Chucu, por contra, hace un uso mucho más pragmático de dicho sistema operativo. Asesorado convenientemente por Trazi, su problema es que no podía, ni quería, actualizar su viejo equipo, ya que apenas lo usa para navegar por internet, ver alguna película en DVD, y programar algo en PHP. Así pues, ante la cada vez mayor exigencia de recursos de Windows, la mejor opción era instalarle una Debian con una capa gráfica no muy pesada como es Gnome (las hay mucho más ligeras, pero no es un equipo tan antiguo como para que esto sea crucial).
Por ello, sentado entre ambos usuarios de Linux, con mi Macbook corriendo Windows XP gracias a Bootcamp (sacrilegio, lo sé, pero a pesar de todo el sistema de Microsoft sigue resultándome más práctico que OS X), pude comparar de forma directa dos perfiles de usuarios de Linux totalmente distintos. A mi izquierda, el usuario convencido, siempre con una ventana de la consola en pantalla; a mi derecha, el pragmático, con una ventana del explorador de archivos y el navegador minimizado, que demostraba que eso de Linux no es tan terrible como parece y se trata, tan solo, de otro sistema más con ventanitas e iconos sobre los que hacer doble clic.
Insisto una vez más en que no pretendo hacer un análisis profundo, sino ponerme en la piel de alguien sin conocimientos previos sobre el sistema. Y en estos casos, la imagen que proyecta Trazi solo provoca miedo y rechazo. Miedo a lo desconocido, y rechazo a la presunta imagen de sistema ultra avanzado que Linux realmente es, y que nos asusta de entrada. Lo mejor es introducirnos poco a poco, darnos cuenta de que eso de Linux no es tan distinto a lo que ya conocemos, y de que podemos hacer exactamente lo mismo con él. Y para ello, resultaba especialmente revelador ver a chucu realizar tareas normales y corrientes con su ordenador.
Esta es la imagen que un neonato debe ver de Linux por primera vez. Ni escritorios en 3D, ni avanzadas interfaces gráficas, ni instalar paquetes por consola. Simplemente, mostradle las carpetas, e iconos en los que hacer clic. Algo que le haga atreverse a coger el ratón solo para comprobar que la hacer doble clic sobre una película, esta comienza a visualizarse. O al abrir un archivo doc, se visualiza correctamente. En definitiva, algo que le haga exclamar… “Pero si esto es casi igual que Windows…”
Por mi parte, cada vez cobra más fuerza la idea de instalar Ubuntu una de las distribuciones que más está haciendo por la popularización de Linux entre los usuarios novatos. De hecho, en la última versión del sistema, Ubuntu 8.04 Hardy Heron, se incluye una utilidad llamada Wubi que particiona el disco duro y permite instalar el nuevo sistema operativo junto a nuestro viejo Windows, de modo que podamos hacer una transición lo más suave posible.
Aunque debo confesar que, de momento, no lo instalaré en mi propio equipo, ya que por desgracia este todavía es excesivamente dependiente de mucho software de diseño que solo existe para Windows (y Mac OS X). La opción, por tanto, es instalarlo en el ordenador de mi padre. Dado que él hace un uso sencillo del equipo (internet, correo electrónico y poco más) no le supondrá un cambio traumático, y a la vez me permitirá experimentar con la configuración e instalación del mismo. Ahora solo queda convencerle…
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